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domingo, 22 de mayo de 2011

Baticuevas, baticonocidas.

Para los que no leyeron el título de este blog, y por eso es que te vienen jalando en toda tu vida en controles de lectura, reading comprehensions o cualquier otro de esos examensushs en los que prueban tu capacidad para retener lo que lees, este blog se llama “La Sociología de la Discoteca,” y, si te pones a pensar, todavía no nos hemos tomado el trabajo de analizar ninguna discoteca en su totalidad.

No es que tampoco me voy a poner a hacerlo ahora, porque, cómo los buenos escritores de How I Met Your Mother, hay que saber build up some tension and suspense. Dejemos lo mejor para al final y para cuando los persuasive skills de alguien me convenzan de que me meta al pseudo antro/cueva del mal que se ubica debajo de las rocas de Larcomar, el centro comercial de Lima que es sólo para turistas, salvo los jueves a partir de las 11 de la noche, donde los únicos turistas serían tus papás; si deciden ir a aventurarse y ver que haces cuando te quedas a estudiar en la casa de tu amiga. Ja, ja, ja, veinte te vas a sacar al día siguiente. Un veinte bien pirata, “cómo tu película.”

Pero existen situaciones mucho más trascendentales que asistir a la cueva pseudo antro del mal, la cual todos ya ubicaron su nombre o máaaaaximo la dudan porque tiene otra cueva pseudo antro del mal right al lado, y estas son, nuestros tiernos y reconocidos tonos. La diferencia principal entre un tono en la ciudad de Lima, Perú, imitaciones a Sweet Sixteen del nocivo MTV que yo nunca les voy a dejar ver a mis hijos, y balnearios, es que, en la cueva, o cualquier otro lugar público te puedes mezclar con cualquier persona que haya tenido the guts y el coraje de ponerse a competir con tu presencia y la de tu grupo de amigos en ese local, infestado de humo por más ley que exista. En los tonos, todas las personas que asisten, salvo los desconocidos primos que se vinieron en jet privado de Colombia sólo para saludar a la agasajada, son gente que, o conoces demasiado bien, o VAS a conocer demasiado bien después de unos tragichis. Tarde o temprano, Facebook te ha dará la licencia para ir a hablarle sin ningún problema. Total, ya todos sabemos “quién es.”

Llegamos. Y si eres una chica de bien, no hay ningun forcejeo en la lista. Y si no, ándate a confesar tus pecados. Cuando íbamos a quinces, corrías de frente al baño como alma que lleva el diablo a poner imperdibles a tu vestido porque ALGO tendría que haber andado mal. O era ese antipático taco 5 que tu mamá te compró porque pensó que con algo más alto nunca lo lograrías past the entrance. Ay, si nos vieran ahora. Si pues, te secabas la cara, te acomodabas el sostén y caminabas como principante de lipstick, es decir, sácandote el pelo de la boca porque estaba tan lasio y tu tan pintada que la combinación hacía que se te peguen todas las puntas a los labios. Un mero desastre del cual hemos aprendido a defendernos ahora que ya tenemos mucha más práctica.

Y luego surgía, y sigue surgiendo, y hasta ahora más, la batalla entre los dos géneros de música más predominantemente comerciales en las fiestas del mundo de hoy. En una esquina del ring, se encuentra la electrónica, con su invencible beat perfora oídos y  talento para ser obstáculo de cualquier conversación que tuviste o quieres tener hasta ahora. Para algo existen los raves. Para que se concentren los fans de ese género y bacilen ahí. Y es que, creo que no hay momento más estresante que cuando te pican los dedos del pie, desde el más chiquito hasta el más grande, porque cambien al siguiente género de música y puedas lanzarte a bailar con tus compinches. Once and for all.

Del otro lado se encuentra, calentando motores en la banca del DJ, la fiel y siempre útil: LIBRETA! No mentira, pacharaca, esto no es un capítulo de Blue’s Clues pero fuera de bromas si me gustaría que fuera de Dora para darle al DJ un buen mapa y que deje de repetir las mismas canciones, over and over again. Danza Kuduro was fun while it lasted, pero porfavor, ya estuvo bueno. La pelea entra la música eléctronica y la fiel pacharaca podría compararse directamente con los indicios de la Guerra Fría entre Russia y Estados Unidos. Es decir, los dos querían llegar a la Luna, en este caso, la pista de baile, pero no hubo ninguna mecha trascendental que justificase la concretización de este conflicto. Entonces, llegas y escuchas electrónica hasta que se empieza a gestar en el ambiente un deseo innato por lanzarse a la pista de baile. O hasta que el DJ haya encontrado el coraje de decidir que canción va a ser la que tenga la responsabilidad de contentar a todo el, hasta el momento, eager from head to toe, tono.

Las primeras que vamos son las que soñamos con el día en el que Patrick Swayze nos saqué a bailar desde la esquina en la que nunca deberíamos haber terminado. Las demás, calientan motores de otro tipo con otros aditivos y se lanzan en simultáneo con los hombres bailarines que are just looking for a hell of a good time. El siguiente turno es para los emparejados, y no te estoy hablando de parejitas, felices yendo a bailar. Esos están en la esquina detrás del toldo haciendo lo mismo que tú hacías con tu pareja de Prom debajo de la mesa y sin reparos. No, los emparejados son las parejas de hombres tímidos que creen que tienen a single, cute, shot, con una chica que está bailando con la amiga. Y esto si lo tengo bieeeeen analizado. Las chicas que bailan con sus amigas, es porque 1. o están localizadas CERQUÍSIMA del chico que quieren que las saque a bailar y por eso lo hacen, o, my personal favourite, 2. they want to have their quota of feminine fun before the real deal starts con el que la espera con una copa de champagne lista en la barra. Así está todo planeado. Y entonces, el emparejado random que te saca a bailar es simplemente una pulga en tu hombro izquierdo. Una pulga que te quieres quitar right away. Madura papito.

Después viene, antes de la popular hora ‘loca’ en la que echaste a perder todo estilo y sensualidad al llenarte de collares largos y malograrte el peinado con las máscaras del mal, la hora de los panes con lomito. O de los panes solos si juegas para mi equipo. Te entra un hambresito por comida rústica. Y por rústica me refiero a sin mucha decoración, totalmente natural y traído de la tierra de cómo Dios la manda. Es decir, ese pancito que está finamente alineado con 67 otros secuaces en una diagonal más eficiente que el teorema de Pitágoras, y que tú, con tu fiel compañero de panidades, decides ir a desbaratar sólo para have a little taste of heaven. Y es que, no importa lo que comas a las 4 de la mañana, siempre te va a saber más rico que el cheescake de la Folie que me empujé ayer con mis besties, a escondidas de mi nutricionista. El pancito puede venir sólo, combinado con un lechoncito, un lomito, o simplemente su juguito que botó ese lomo que nunca refillearon los mozos porque seguro estaban buscando el mapa del DJ junto con Dora, el Zorro y todos sus amigos. ¿Porque, acaso han visto tono sin pancitos? Eso simplemente, no sería un tono. No lo sería.

Y con esto termino, and those who were seen dancin’ were thought to be insane, by those who could not hear the music. Analízen esta quote y mándenme 400 palabras al mail de este blog. ¿Que creías, que la diversión es gratis? No papito, así como diría la Miss Ketty, no essay, no play.

Y espero que estés adivinando de qué es el siguiente post, entonces.

Arrivederci, ya que cómo todos tenemos pasaporte italiano .....

Tu Mamama

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